Libros, bibliotecas y prensa en el siglo XVIII

Seguimos con los posts dedicados a la historia del libro. En esta ocasión nos toca acercarnos al siglo XVIII.

El siglo XVIII es también conocido como el siglo de las luces, ya que surgen movimientos culturales y filosóficos que buscan avanzar en el conocimiento humano y cambiar el antiguo régimen. Entre estos movimientos destacan la Ilustración y el Enciclopedismo.

Pero este siglo también se conoce como el siglo de las revoluciones, ya que es en esta época cuando tienen lugar la revolución estadounidense, la revolución francesa y la revolución industrial en Inglaterra.

En este post trataremos el sector de los libros, bibliotecas y prensa en el siglo XVIII. Además examinaremos una obra que causó gran controversia en aquella época: la Enciclopedia Francesa.

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El libro y la prensa en el siglo XVII

En este post vamos abordar la situación del libro y las bibliotecas en el siglo XVII. Siglo en el que también cobran importancia las publicaciones periódicas.

 

EL SECTOR DEL LIBRO EN EL SIGLO XVII

En el siglo XVII continua la censura de los gobernantes sobre la difusión y producción de libros. A  lo que hay que añadir fuertes impuestos sobre el papel y los libros importados.

En esta centuria disminuye la producción de libros clásicos y de autores medievales. También se producen menos libros religiosos, aun así los libros sobre temas religiosos constituyen las tres cuartas partes de la producción total de libros.

Además destacan y cobran importancia los libros escritos en lenguas vernáculas, tanto los destinados a las literaturas modernas y nacionales, que tienen en esta época su momento de máximo esplendor, como los destinados a la producción científica. También ganan terreno las obras que describen cómo es la vida en otros países y culturas.

Uno de los aspectos más negativos es la mala calidad de las impresiones, comparadas con el siglo anterior y con siglos posteriores. Lo que se traduce en que los libros se imprimen en mal papel, con tipos desgastados, están mal entintados y contienen muchas erratas.

Solamente las ediciones lujosas encargadas por los nobles, la Iglesia y los reyes se salvan de esta mala calidad.

 
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